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Ciencia Nuestra de cada Día

La Naturaleza nos sorprende cada instante con multitud de fenómenos que despiertan nuestra curiosidad. La Ciencia Nuestra de Cada Día es un espacio en el que Ángel Rodríguez Lozano nos incita a mirar a nuestro alrededor y descubrir fenómenos cotidianos que tienen explicación a la luz de la ciencia.

¡Malditos mocos! ¿Para qué sirven?

¡Malditos mocos! - Podcast La Ciencia Nuestra de Cada Día - CienciaEs.com

Disculpen ustedes la exclamación pero, como habrán imaginado ya, estoy resfriado. En principio no pensaba hablar de estas cosas pero las circunstancias, perdón, los mocos mandan. Recuerdo un acertijo que mi padre me proponía cuando era un “mocoso”: ¿Sabes que es aquello que los ricos guardan y los pobres tiran? –decía-. Eran tiempos en los que solamente se conocían dos formas de deshacerse de esos efluvios verdosos, una, la de los pobres, poniendo dos dedos a ambos lados de la nariz y arrastrándolos con un sonoro bufido. Los dedos servían como último repaso para limpiar el apéndice nasal y lanzar los restos al suelo. Los “ricos” de entonces eran más finos, siempre llevaban en el bolsillo un pañuelo de tela para guardar los mocos como oro en paño. Intenté contarles la historia a mis hijas pero, tal vez porque ahora nadie guarda los mocos, no supieron ver la paradoja.

Los mocos de Fleming

Lo cierto es que hasta los más grandes sabios han mirado alguna vez sus mocos con ojos inquisitivos. Voy a contarles una historia que lo demuestra: Corría el año 1921 y Alexander Fleming estaba, como yo hoy, resfriado. Las abundantes secreciones nasales no eran un estorbo para él, aunque, eso sí, el laboratorio no era lugar para deshacerse de ellas por el método “pobre”, así que, sin ser rico, utilizaba con frecuencia su pañuelo de tela. Ya había cumplido los 40 años pero aún conservaba esa chispa de curiosidad por todo lo que le rodeaba, mocos incluidos. Sin pensarlo dos veces, tomó una muestra de sus abundantes fluidos nasales y los colocó en una placa de Petri. Hay quien dice que esa idea fue el preludio de lo que, años después, sería su gran descubrimiento: la penicilina.

Lo que hizo aquel día fue algo poco delicado para un futuro Premio Nobel, aunque no era lo único “poco serio” que hacía el sabio. También acostumbraba a jugar con bacterias coloreadas en placas de Petri para escribir y dibujar con ellas así que a nadie le extrañó que aquel día se dedicara a jugar con sus mocos. Como pueden imaginar por lo dicho, en el laboratorio del hospital St. Mary en el que trabajaba había multitud de cultivos bacterianos, no ya para jugar, sino porque Fleming estaba empeñado en encontrar sustancias capaces de aniquilar las bacterias. El investigador había escogido una placa con bacterias para colocar la muestra de sus abundantes fluidos nasales y, para su sorpresa, observó cómo las bacterias que rodeaban al moco dejaban de reproducirse y morían. “Debe haber – pensó Fleming- algún producto natural en las mucosas que proteja de los ataques bacterianos a los delicados tejidos de nuestras fosas nasales”.

Pronto, el poder bactericida de los mocos quedó demostrado en varios experimentos en los que no le faltó materia prima, producida en abundancia por su nariz. Cuando quedó claro que, efectivamente, algo dentro de los mocos tenía efectos protectores, el investigador se decidió a probar con otro fluido corporal: las lágrimas. Lágrimas suyas, por supuesto. Como el efecto lacrimoso del resfriado no era suficiente para recolectar la cantidad requerida por su experimento, decidió utilizar un promotor: cogió un limón, cortó un pedazo de la cáscara y la comprimió frente a sus ojos. ¡Quién no ha pelado una naranja y ha sufrido las salpicaduras de las bolsas cargadas de aceites esenciales que lleva en su superficie! Pues el limón produce el mismo efecto, más desagradable si cabe. Algunas de las sustancias que componen la cáscara de los cítricos son tóxicas e inducen una respuesta defensiva en el ojo en forma de lágrimas. Como un leve sufrimiento está justificado si es por amor a la ciencia, los ojos irritados Fleming, respondieron a la agresión con un abundante lagrimeo. No fueron lágrimas desperdiciadas porque Fleming y otro colega llamado Allison, quien por cierto también lloró de lo lindo, demostraron que ellas también eran muy eficaces matando bacterias. Bastaba una sola lágrima para disolver los microorganismos de una muestra acuosa en segundos.

Ya sabemos lo que son los experimentos en ciencia, hay que repetirlos una y otra vez, hay que comprobar con distintos cultivos de bacterias, en distintas circunstancias, etc. Pronto las lágrimas de los dos investigadores no fueron suficientes, así que resolvieron la escasez de materia prima imponiendo un impuesto a todos los que visitaban el laboratorio: todo el que pasara por allí tenía que pagar con una dosis provocada de llanto “al limón”.

No terminaron ahí los experimentos, posteriormente Fleming probó otros fluidos orgánicos, como la saliva y la leche humana, y obtuvo los mismos resultados. Posteriormente utilizó clara de huevo y resultó ser aún más mortal para las bacterias, como si la naturaleza se hubiera esmerado en la protección del embrión que los huevos llevan en su interior.

Fleming no logró descubrir cuál, entre de las múltiples moléculas que contienen los fluidos estudiados, era la sustancia letal para las bacterias. Hubo que esperar hasta 1937, para que la molécula antibiótica fuera aislada. Se le dio el nombre de lisozima. Ya ven, no todos los mocos son igualmente valiosos, los de Fleming sirvieron para descubrir una sustancia que, por sí sola, habría servido para que el investigador ocupara un lugar destacado en la historia de la Ciencia. No obstante, el descubrimiento pasó a un segundo plano porque años después, tal vez gracias a la experiencia acumulada con este estudio, descubrió algo mucho más valioso: La penicilina.

Las mucosas y el virus del SIDA

Así pues, los mocos contienen sustancias que protegen contra las bacterias aunque no contra todas. Existe un buen número de ellas que, por selección natural, resisten a la lisozima y consiguen atravesar las defensas e infectar a las personas. El propio Fleming fue consciente de ello. Por otro lado, el resfriado común está producido por virus y contra éstos, los fluidos corporales son menos efectivos. No obstante, investigaciones muy recientes han demostrado que la lisozima presente en la saliva protege no sólo de una gran variedad de bacterias sino que también tiene un efecto protector contra algunos virus. En 1999 y 2000 se comprobó en ensayos in vitro que la lisozima posee cierta actividad contra el virus del SIDA, un efecto particularmente valioso porque la lisozima está presente en los fluidos vaginales.

Hurgarse la nariz

Lógicamente no sólo de lisozima está hecho el moco, ni existe mucosidad sólo en cuando estamos resfriados, es algo que te puede responder cualquiera que haya hurgado en la nariz en busca de “materia prima” con la que entretener los dedos. Esas “pelotillas” de moco, que tantos aficionados tienen, se producen cuando debido a la entrada de aire seco, la capa mucosa que siempre existe en el interior de las fosas nasales, pierde agua y se hace más espesa, incluso seca, momento ideal para la pesca. No se sienta señalado, hay toda una multitud de cazadores de pelotillas que esperan su momento de gloria cuando nadie les observa.

He hablado de la capa mucosa o “mucus” que recubre la cavidad nasal porque es la forma más educada de llamar al moco. Aunque puede pasar por diferentes estados, lo normal es que el mucus contengan fundamentalmente agua (95 %), un conjunto muy complejo de proteínas que se llaman “mucinas” (2 %) , sales (1 %) y en menor cantidad lípidos y otras proteínas como inmunoglobulinas o albúmina,

La mucina está formada por fibras de proteína enlazadas entre sí cruzándose unas con otras de manera que crean una red capaz de atrapar las partículas que llegan arrastradas por el aire, bien porque se quedan pegadas a ella o por atracción electrostática. A pesar de que la capa de mucus nasal es muy delgada (menor de 5 micras) forma una barrera muy eficaz que se renueva continuamente. Unas células con cilios van empujando el mucus hacia el esófago de manera que en 20 minutos se renueva totalmente. Así, en muy poco tiempo, las impurezas, bacterias o virus que se quedan adheridos acaban su vida en el ambiente ácido del estómago.

Mocos a mogollón

Cuando estamos enfermos todo cambia. Un resfriado o la gripe hacen que aumente la secreción de las mucosas y las vías habituales de eliminación no dan abasto. Entonces comienza un conjunto de medidas para expulsar el excedente: tosemos, estornudamos, nos sonamos la nariz, etc. Cuando existe una lucha abierta contra bacterias y virus invasores, el color y la viscosidad del moco cambia. Les invito a escuchar otro capítulo de la Ciencia Nuestra de Cada Día ¿Por qué los mocos son verdes?

Como han podido leer, no todo lo relacionado con los mocos es tan malo. Incluso existen propuestas hechas por científicos que sugieren utilizar la mucina como repelente de gérmenes en los utensilios de uso médico. Por supuesto no se trata de pedir a los pacientes mocosos que impregnen el instrumental pero sí proponen es recubrir los utensilios por una fina capa de mucina (obtenida artificialmente por supuesto), para que los microorganismos no se adhieran a su superficie y supongan un peligro de infección.

Si usted es uno de ese 99,99 % de personas que en algún momento de sus vidas se ha hurgado en la nariz (existe un estudio que habla del 100% pero yo prefiero ser conservador), les voy a contar una teoría propuesta por Acott Napper, un investigador de la Universidad of Saskatchewan en Canadá. Napper dice que la idea se le ocurrió mientras daba una clase a niños pequeños. Comprobó que la mayoría de ellos introducía sin pudor el dedo en la nariz y luego probaba el producto extraído con aparente deleite. Comprendió entonces que aquella acción podría ser beneficiosa para el niño, al fin y al cabo, las bacterias atrapadas por el moco podrían servir de para enseñar al sistema inmune a reaccionar contra los patógenos.

Ya lo han podido comprobar, no todo lo relativo a los mocos es tan malo, ni tan desagradable, por más que hoy, con mi resfriado en pleno apogeo, me cueste admitirlo.
Hasta el próximo programa amigos.

REFERENCIAS

¿Por qué los mocos son verdes?

Moco

Fighting bacteria with mucus: Key proteins in mucus prevent bacterial adhesion to surfaces

Lysozyme and RNases as anti-HIV components in b-core preparations of human chorionic gonadotropin. Proc. Natl. Acad. Sci. USA. Vol. 96, pp. 2678 –2681, March 1999

The Nasal Cavity as Application Site for Vaccination


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