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Seis patas tiene la vida

Los insectos están en todos los sitios, desde los polos hasta el ecuador, desde el nivel del mar hasta las más elevadas cumbres. Llevan en la Tierra más de 400 millones de años y son tan abundantes y tan diversos que nadie sabe a ciencia cierta cuántas especies pueden existir. Adentrarse en este fascinante mundo de animales de seis patas requiere la ayuda de un buen guía: Don José Rafael Esteban Durán, entomólogo.
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Saltos, cantos, luz y olores de seis patas.

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Algunos insectos son tan familiares que pasan casi desapercibidos, por más que estén presentes en casi todos los lugares que visitamos. Un saltamontes es un buen ejemplo de ello, a pesar de que sus larguísimas patas traseras tienen un atractivo especial, especialmente en los niños, son tan comunes que casi no los vemos, hoy son protagonistas en un reportaje de Rosa Lencero. Después D. José Rafael Esteban Durán, entomólogo e investigador del INIA, habla del comportamiento de algunos insectos, los sonidos que emiten, la forma de reaccionar ante la luz y su comunicación mediante sustancias químicas.

Los saltamontes, tan comunes y tan desconocidos (Texto de Rosa Lencero)

¿Qué haría yo sin mis paseos por el campo? Digo esto porque fue precisamente en uno de mis paseos por el campo, en concreto en un bosque al lado del pueblo de Buitrago de Lozoya, en Madrid, donde había que tener mucho cuidado de no pisar a los saltamontes que inundaban el camino. Créanme, no exagero, descubrí impresionada muchísimos saltamontes de todos los tamaños y colores, grandes, pequeños, marrones, grises, con las alas de color azul, verde, rojo… Fue un verdadero espectáculo.

Biológicamente, los saltamontes pertenecen al suborden caelifera, del orden Orthoptera, palabra que viene del griego: orthós, significa “recto” y pteron, significa “alas”. Es decir, de “alas rectas”. Son herbívoros. Los adultos miden entre 3 y 13 cm, y las hembras suelen ser mayores que los machos.
El cuerpo es de colores diversos y está dividido en cabeza, tórax y abdomen. Su cabeza suele tener forma triangular. Poseen unos ojos saltones, compuestos, generalmente del mismo color que su cuerpo. Sus antenas tienen múltiples funciones. Las emplean para orientarse en el vuelo, para detectar el peligro, para notar la humedad o el calor del terreno e, inclusive, para seleccionar su comida.

El gusto en las antenas

En las antenas poseen papilas gustativas que les sirven para notar el sabor de la comida y también para olerla. Con todo ello, y tras la correcta comprobación de lo que se va a llevar a la boca, sus poderosas mandíbulas trituran el alimento y se lo tragan vorazmente.

Para oír, los saltamontes tienen al principio del abdomen una membrana, visible externamente, denominado “tímpano”, con la que pueden oír los sonidos que les rodean como, por ejemplo, escuchar el canto que producen otros individuos de su especie. Para producir sonidos, los saltamontes frotan los fémures de sus patas contra las alas o contra el abdomen y también lo producen por el golpeteo de las alas en el vuelo.

Como todo insecto, los saltamontes poseen seis patas. Son características sus patas traseras, largas y fuertes, que son las que les permiten dar esos largos y asombrosos saltos tan singulares, de ahí su nombre en castellano. Poseen dos pares de alas, aunque no son grandes voladores, las del exterior son duras del mismo color que el resto de su cuerpo y protegen al otro par de alas membranosas y con distintos colores: azules, rojas, marrones, negras… Es precisamente esa coloración la que, acorde con el medio ambiente en el que se encuentran, les sirve para camuflarse con la vegetación o con el suelo.

Su respiración es traqueal, y se produce a través de unos orificios, que se denominan espiráculos, que tienen repartidos a lo largo del cuerpo. Se reproducen durante el otoño. La hembra, con un apéndice que tiene forma de tubo, hace un agujero en el suelo y pone entre 1.000 a 10.000 huevos. Después los protege durante su incubación con una sustancia espumosa. En primavera, los huevos se abren y nacen unas crías de color blanquecino que se parecen a los adultos, aunque sin alas. Tras seis semanas, llegan a su madurez.

La plaga de langosta

Hay unas 10.000 especies de saltamontes por todo el mundo. Viven en terrenos áridos, en prados, bosques, siendo, en general, una especie diurna y terrestre. Algunas especies realizan grandes migraciones para buscar alimentos, y cuando se desplazan, si son en gran número, se les denominan plagas y provocan graves daños para la agricultura y los cultivos. La famosa plaga de la langosta es una migración de este tipo.

Los saltamontes sirven de alimento para otros insectos y otros animales. Sus principales depredadores son las mantis religiosas, los escarabajos, las ranas, las arañas y, entre las aves, les encantan a las alondras, a las codornices, a los cernícalos, a los pavos y a los patos.

El Saltamontes Narigudo

Uno de los saltamontes más curiosos y llamativos es el Saltamontes Narigudo (Truxalis nasuta), que encontramos en muchas zonas de la Península Ibérica. Son muy difíciles de descubrir a simple vista porque su tono pardo o verdoso le sirve para pasar desapercibido entre los matorrales. Se parece al insecto palo por su largo y estilizado cuerpo. Su curiosa cabeza tiene forma cónica y sus ojos están en el extremo de la misma (ver imagen).

El saltamontes es un animal muy popular. Es protagonista en series y películas de dibujos animados. Los entraditos en años recordarán a Flip, el simpático saltamontes amigo de la Abeja Maya, y los más pequeños recordarán en la película Bichos, Bugs, a Hopper, el saltamontes que se aprovechaba de las hormigas, que era malo-malísimo.

Referencias:

Los saltamontes


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